Los
fertilizantes o abonos son sustancias de origen animal, vegetal o sintético que
contiene gran cantidad de nutrientes y se utilizan para enriquecer y mejorar
características físicas, químicas y biológicas del suelo o sustrato; así las
plantas se desarrollan mejor.
Podemos
encontrar tres tipos de fertilizantes:
1. Fertilizante químico: son nutrientes elaborados por el hombre que por lo general
tienen un origen mineral, animal, vegetal o sintético.
·
Fertilizantes
químico-inorgánicos: son elementos que
tienen un origen mineral -extraídos de la tierra- o químico, son de acción
rápida y estimulan el crecimiento de las plantas.
·
Biofertilizantes: contienen organismos vivos que promueven el crecimiento al incrementar el suministro de
nutrientes primarios a la planta.
2. Fertilizante orgánico: pueden ser de origen mineral, vegetal, animal o mixto, son
de acción lenta, pues proporcionan nitrógeno orgánico que debe ser transformado
en inorgánico por las bacterias del suelo antes de ser absorbido por las
raíces. Las plantas pueden obtener importantes cantidades de nutrientes.
3. Fertilizantes
inorgánicos: se pueden utilizar como
compuestos que aportan nutrientes y complementan el material orgánico.
Los fertilizantes químicos contaminan el suelo y, por ende,
las plantas. Sin embargo, por más efectivos que sean estos productos, afectan
el sabor y el aroma de las cosechas, de los alimentos que ingerimos todos los
días, que muchos de estos pueden traernos consecuencias graves como
intoxicaciones, problemas estomacales, enfermedades autoinmunes, entre otras
complicaciones.
La principal ventaja que tiene la utilización de
fertilizantes está relacionada con la industria agrícola, ya que obtenemos un
mejor rendimiento del suelo para brindar una mayor cantidad y calidad de
cultivos, lo que supone posteriormente un mejor ingreso económico.
Se tienen que utilizar con cuidado, ya que pueden ser
causantes de contaminación de agua, y si aplicamos una cantidad excesiva de
fertilizantes pueden contaminar las napas freáticas y luego instruirse al ciclo
del agua en el momento de evaporación.
La profesora Gabriela Escrivá, en diálogo con La Gran
Época, cita la existencia de estudios sobre los efectos perjudiciales del
consumo de hojas verdes (espinacas, acelgas, lechugas) fertilizadas de forma
química. Además, la especialista agrega que el uso de fertilizantes químicos
genera un círculo vicioso de dependencia, ya que estos “son absorbidos a gran
velocidad por las plantas, provocando desequilibrios nutricionales. Estos las
debilitan y al ser atacadas por plagas, les aplican plaguicidas para
controlarlas, lo cual también las desequilibra…”.
Alternativas para los
fertilizantes
Un suelo es fértil sólo si dispone de cantidades
importantes de materia orgánica. Porque es un combustible primordial para los microorganismos
que viven en el suelo, la mayor comunidad viva del planeta. Además la materia
orgánica permite retener en el suelo, agua y nutrientes, comportándose como un
reservorio, que abastecerá a los diferentes cultivos. Mejora la estructura del
suelo, permitiendo la circulación de aire y agua, fundamentar para el eficiente
funcionamiento de las raíces.
Los fertilizantes naturales u orgánicos pueden ser de dos
orígenes:
·
Origen orgánico: tradicionalmente
el estiércol ha sido el fertilizante orgánico por excelencia. En términos
generales no se debería incorporar directamente al suelo, sino tras su
compostaje que es el resultado de una serie de procesos y fenómenos que al
final da un producto alejado de la materia prima base, libre de virus y agentes
patógenos, exento de semillas de malas hiervas y enriquecido con
microorganismos beneficiosos.
·
Origen mineral: como
la epsonita, fosfatos naturales, algunas arcillas y bentonitas.
Tanto los abonos de origen orgánico como mineral, pueden
ser la materia prima para la elaboración de abonos líquidos y también
correctores de carencias. Los fertilizantes naturales son un aspecto básico,
que hemos de tener claro, cuando queremos plantearnos la agricultura ecológica,
biológica u orgánica.